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Recorrido lector: Viaje al centro de la tierra

 Por Nicolás Díaz nicolassdiazz@gmail.com

            La literatura es aventura. Recuerdo este libro y recuerdo la Feria Regional del Libro en la ciudad. La aventura era, sin dudas, perderse en ese bosque de editoriales, stands con libros y adquirir alguno o, mejor dicho, escuchar la invitación del libro, el permiso de la resonancia. No sé por qué, pero yo tenía la extraña fascinación por los libros editados por CEC (Centro Editor de Cultura). No eran llamativos. O quizás sí. O quizás era la ilusión de tenerlos a todos, uno tras otro, y ver cómo se formaba esa tira negra, con pequeñas inscripciones en blanco y verde acuoso desgastado, de escritores -en ese momento- desconocidos y extraños para mí. Eran baratos, es cierto, pero había algo de misterio en ellos. Ya saben, no hay aventura sin misterio; y en esa búsqueda este libro, Viaje al centro de la tierra, me llamó.

            La literatura es ventura: una especie de estado de felicidad o glorificación del placer. Parece bastante suntuosa la definición, pero es mi manera de definir el regocijo de la lectura. Con Viaje al Centro de la Tierra de Julio Verne me pasó algo parecido. Era la primera vez que leía un libro completo sin parar. No tenía ninguna prisa en terminarlo, pero algo me empujaba a seguir leyendo: el libro me imprimía una in-voluntad que hasta entonces yo desconocía. Con el tiempo comprendí que la lectura no es un acto de ánimo, de decisión, de “tener ganas”, sino de todo lo contrario, es un acto totalmente involuntario, como la creación. La literatura, así como su lectura y su escritura no son cosas que se buscan, sino algo que se nos da, independientemente de nosotros.

            La literatura es tura, es decir, es un durar mucho. Cuando terminé de leer Viaje al Centro de la Tierra fue cuando algo adentro me anunció que el camino de la lectura no era tortuoso, que sentarse a leer sin más era más o igual de divertido e interesante que cualquier otra actividad: ese perderse en el espacio, ese escuchar lo que tienen para decir las palabras, esa sensación de envoltura, de acogida, de atenuación de tiempo, esa tura.

            La literatura es a: la primera palabra de nuestro vocabulario, el Alfa, el Alef, por lo tanto, lo misterioso, lo sagrado, la aventura de lo perdurable, lo que sigue durando. De Hamburgo a Reikiavik, de Snæfellsjökull hasta las cimas de Sneffels, de Estrómboli hasta el Etna. Puede que nunca tengas la oportunidad de viajar de Islandia a Italia -mucho menos de hacerlo a través del centro de la tierra-, como yo, pero gracias a Verne vas a poder conocerlo. Incluso, teniendo la oportunidad de hacerlo, no lo hagas sin antes leer este libro. La literatura es origen.

 

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