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No llegó

Por Paula Suárez López paulasuarlopez2@gmail.com

No llegó

 

Llegamos a la escena, era todo un desastre. Nos habían llamado desde la Central a eso de las tres de la mañana, para que nos presentáramos en el domicilio de Manuel Artigas 2589 del barrio de Villa Ballester. Habían recibido muchos llamados de vecinos por ruidos molestos y gritos.

Tardamos aproximadamente diez minutos en llegar y ni Gutiérrez ni yo habíamos podido pegar un ojo en todo nuestro turno. 

Una vecina de la planta baja nos abrió y nos dijo angustiada: ¡ese hijo de puta la mató, estoy segura. Ella siempre lograba escaparse cuando el tipo se picaba, yo le abría enseguida y pasaba la noche acá con la nena…pero después de los gritos y golpes, la esperé pero no vino…no llegó!

Con este recibimiento nos miramos con Gutiérrez, sabíamos que nos esperaba una noche larga. 

El ascensor no andaba y tuvimos que subir los ocho pisos por escalera. 

Desde el pasillo se podía ver que la puerta estaba abierta, apenas unos centímetros y la tele estaba prendida con dibujitos animados, Disney Channel. 

Gutiérrez no esperó un segundo más y llamó al departamento de Científica. 

Desde el pasillo me di cuenta, sacamos las armas sólo por protocolo, pero ya sabíamos que en ese departamento sólo habitaba la muerte. 

Nos costó entrar, había algo quehacia tope, con mucho cuidado y con Gutiérrez cubriéndome, asomé la cabeza, era un cuerpo femenino adulto tendido en el suelo. Tuvimos que entrar por la fuerza.

Era el cuerpo de ella, con un camisón gris destrozado y lleno de sangre. A primera vista parecía que la habían matado a golpes: quiso salir de la casa pero no lo logró, tenía razón la vecina. La cara era irreconocible, desfigurada a golpes. 

Continuamos abriéndonos paso por el departamento: era todo un desastre. La bacha de la cocina estaba tapada y brotaba agua de la bacha, la heladera tenía abierta la puerta y había un sachet de leche volcado, cereales desparramados por todos lados. 

El living era otro tema. En la mesa ratona había merca y pastillas, alguien se había hecho una fiesta. También había al menos 20 botellas de cerveza vacías; Una de Whisky por la mitad; Mucho desorden por donde se mire. 

Había un sillón unitario mirando hacia la ventana, me acerqué con mucho cuidado por la derecha mientras mi compañero lo hacía por la izquierda. Ahí lo encontramos. Se había pegado un tiro, llevaba puestos sólo calzoncillos y zoquetes.

Nos miramos al instante con Gutiérrez y le dije: la de planta baja dijo que había una nena! Se nos heló la sangre. 

Empezamos rápido a buscarla, ya habíamos atravesado la cocina y el living comedor. Había un  pasillo largo que dividía prácticamente en dos al departamento. En una de sus paredes se encontraban los placares empotrados, se los podía ver con las puertas  abiertas y la ropa colgando desde los estantes. 

Nos quedaban tres puertas, las dos habitaciones y el baño. 

Arrancamos por la puerta de la derecha, era la habitación matrimonial, muy oscura. Había sangre por todos lados, incluso en las paredes. Parecía que la cosa había arrancado ahí.

No encontrábamos a la nena, nos estábamos impacientando. Entramos a su pieza. Era el único lugar impecable, olía bien, estaba todo ordenado, parecía una habitación de otra casa. Nos dimos cuenta que esta habitación tenía una especie de traba desde adentro…que estaba rota de una patada. Ahí entendimos que se estaba poniendo feo. Era evidente que alguien se intentó refugiar ahí, pero la traba no alcanzó. 

Pasamos al baño. Sangre y agua en el piso, huellas de arrastre, una canilla goteando; y ahí la vimos. Vestía un pijama de PeppaPig y su cuerpo flotaba boca abajo en la bañadera llena de agua; en la mano derecha todavía tenía un juguete. 

No pudimos ni tocarla, por suerte habían llegado los médicos y se encargaron de la escena.