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Noche y fauna

Por María de los Ángeles Excoffier

email: mangelesexcoffier@hotmail.com

 

La noche arrastra delicadas catástrofes.

La piel se derrama entera y yo

de mi cuerpo y sus marcianos publico

lo que queda.

Hoteles de paredes delgadas e historias anchas.

Techos con antenas como gigantes insectos inmóviles,

rampas para acorralar al miedo.

Es la discusión/ la aguda quietud y la grave persiana

del silencio,

una síntesis de mundos muertos,

la ciudad y sus demonios a dos pellizcos del ardor

y a una vida de ser-vida.

 

Entonces,

el vuelo suspendido de la mosca

retoma su obligado trote de calor

y como en un instante

casi distante de mi médula amorosa

vos mendigás el paso, ensuciás mis talones,

mirás con un sombrero de tabaco

y un vaso de alcohol con hielo.

 

En la cresta irascible de mi sexo

se despereza la mujer dormida,

las piernas se doblan con violencia,

es el amor maldito que me sacude y amenaza

con robarle el vestido a mis soledades,

viene con una espada entre los labios

y una heroína

cazafantasmas

 

y ese beso, beso-bisturí que opera sin anestesia

que parasita al final de los huesos.

Vendrá la noche una vez más con sus rizos de canela,

casi casi llegándome a tiempo

porque –al menos para mí– la noche será

eso,

una fiesta de palabras,

un puente de animales en celo. 

 

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