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Principes eran los de antes

Por Margarita Gautier 

La acción transcurre en los jardines del palacio del príncipe Lucho.

 

Personajes:

Príncipe Lucho (55)

Príncipe Víctor (52)

Príncipe Julio (53)

 

El príncipe Julio rebana una longaniza a la calabresa y dispone unas aceitunas y unos quesos en una tablita. El príncipe Víctor acomoda con parsimonia y detalle maderas, papel de diario y carbón. Prende un fósforo y apantalla. El fuego lentamente comienza a trepidar.  El príncipe Lucho prepara las bebidas que acompañan la picada.

 

Príncipe Lucho: ¿Campari? ¿Cynar? ¿O directo al tinto?

Príncipe Víctor: Tinto. Los tragos son de puto.

Príncipe Julio: Yo a un Cynar, si tenés pomelo, le entro. Puto es el que probó y no le gustó.

(risas)

Príncipe Lucho: Dale, terminá la historia. Una pendeja… 

Príncipe Víctor: Divina estaba. Mirá que yo no te miento la edad, ni con de qué trabajo, ni pongo fotos que no son porque si escupís para arriba…

Príncipe Julio: Avancemooooo… 

Príncipe Víctor: Nada… eso. Primero le dije que si quería venir a casa que le cocinaba algo y al toque me dijo que sí. Yo pensé, debe ser un bagarto que si no, por lo menos va a querer que la lleve a cenar afuera. 

Príncipe Lucho: Eso ya lo contaste.

Príncipe Julio: Dejalo boludo, que lo cuente todo junto.

Príncipe Víctor: Pero no… me dijo que buenísimo, que le parecía genial que le cocinara y que le encantaban los hombres que cocinan. Yo pensé, listo, adentro. Conseguí de todo, hasta mollejas de novillo o de ternera, pero del Pangaré, un ojo de la cara me salieron, pero si la podía poner con ese bombón estaba hecho para toda la cuarentena. Bueno, preparé todo. La mina llegó a horario, me sorprendió. Yo ya tenía el fuego listo y la picada también. Le abro. Una diosa. Pero medio que me atraganté porque me hizo acordar a Lucila.

Príncipe Lucho: Vos sos un hijo de puta.

Príncipe Víctor: Bueno, qué querés que te diga. Yo creía que me iba a gustar que sea pendeja, pero de repente me acordé de vos y eso que un poco me la bajó.

Príncipe Julio: Bueno, igual no era hija posta de ninguno.

Príncipe Víctor: No, ya sé boludo. Entra. Camila se llamaba. Ahí ve la parrilla… ¿¿¡Para qué!?? Me empezó a decir si yo no sabía que los animales sufren cuando los matan y si no sabía que a las gallinas las violan los gallos y si no sabía que para que se produzca un kilo de carne no sé cuánto anhídrido carbónico se tira al mundo y que si no pensaba en mis hijos… 

Príncipe Lucho: Boludooooo….

Príncipe Víctor: Yo le pedí perdón y le dije si quería pedía una pizza. Pero no, por el queso, me dijo. Entonces me pidió permiso y fue a la alacena y agarró arroz y lo puso a hervir. Me preguntó si tenía lentejas y le dije que no y me dijo no importa. Había un tomate en la heladera, lo cortó y lo calentó con aceite y encontró el frasco con salsa criolla del último asado y se lo puso por encima. Yo de kerusa le puse un poco de queso rallado. Y la verdad es que estaba bastante bueno el arroz. Pero yo ya me sentía medio pelotudo. 

Príncipe Julio: ¿Por qué? Si la mina había hecho algo para los dos y además se quedó. Si no le hubieras gustado se iba y listo.

Príncipe Víctor: Sí, no sé… No me di cuenta de nada. Terminamos de comer y habíamos tomado bastante y nos reíamos de que yo no sabía que ella era vegana pero no importaba. Y de pronto me dijo que yo le parecía muy varonil y se me arrimó. Empezamos a chapar. Y me dijo que yo le encantaba. A mí ella me gustaba, pero no tan rápido. No sé. Como que iba muy rápido. Yo, para disimular la llevé a la cama y ella me sacó la remera y yo a ella. Pero era muy rápido. Y cuando se la quise poner no se me paró. ¡No se me paró! Con lo linda que estaba no se me paró. No le cuenten a Roni que se me va a cagar de risa hasta 2022. Le dije que no sé qué me pasaba. Ella me dijo que no me preocupara, que esas cosas pueden pasar. ¡¡Y para mí era peor!! Por lo menos que me hubiera preguntado si ella me gustaba o qué tenía que hacer ella… pero no… ¡No le importaba a la hija de puta que no se me parara!

Príncipe Lucho: ¿Y qué pasó?

Príncipe Víctor: Me dijo que la había pasado re bien y que yo era un divino y que la próxima traía ella algo para comer o me invitaba a su casa.

Príncipe Julio: Bueno, la próxima a lo mejor se te da… lo de ponerla, digo. 

Príncipe Víctor: No, ya está. A la próxima la invito a cenar a un restaurant y si no quiere, no salgo. Y después, a un telo. Y pago yo.