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Un viaje a Corea del Norte a través de la literatura

La República Popular Democrática de Corea es el nombre oficial del territorio al cual popularmente conocemos como Corea del Norte, un destino tan lejano como prohibido para la mayoría de los viajeros de habla hispana.

La península de corea fue gobernada por el imperio coreano hasta la ocupación de Japón tras la guerra ruso-japonesa de 1905. En 1945 la península es dividida luego de la Segunda Guerra Mundial en dos zonas: el norte ocupado por la Unión Soviética y el sur por Estados Unidos.  Ambos sectores reclamaban la península entera como territorio propio, lo que lleva en 1950 a la famosa Guerra de Corea, conflicto bélico que finalizó en 1953 con la firma de un armisticio. Oficialmente ambos países continúan en guerra ya que no se ha firmado un tratado oficial de paz.

Más allá de sus orígenes es muy poco lo que conocemos de la tierra prometida de Kim Il-sung, un lugar dominado por la ideología Juche que significa “autoconfianza” y que define la soberanía y política del país bajo el socialismo establecido en el artículo 3 de su constitución. A partir de esta forma de pensamiento, Kim Il-sung posicionó a las masas populares como dueñas de la revolución y construcción social con la fuerza suficiente para impulsar el cambio.

A partir de dos lecturas diferentes podemos adentrarnos en la tierra prohibida de oriente y sumergirnos en una realidad que supera la ficción en numerosos aspectos. Los libros propuestos para tal fin son: “La acusación” de Bandi, un escritor norcoreano que escribe bajo este seudónimo que significa luciérnaga; y “Un río en la oscuridad” de Masaji Ishikawa, un escritor japonés con ascendencia coreana que vivió treinta años en el país bajo las falsas promesas de progreso de la dictadura de Kim Il-sung.

 «Aquel viejo barbudo europeo proclamó que el capitalismo es un mundo de oscuridad mientras que el comunismo es un mundo de luz.

Yo, la luciérnaga, que vivo en el mundo de la luz, estoy destinado a brillar en el mundo de la oscuridad y denuncio que esta luz es, en realidad, una noche sin luna, negra como un río de tinta surcando el fondo de la tierra.”

Así inician los siete relatos de Bandi, ficticios en su narrativa pero verídicos en su esencia, basados en hechos reales propios y de sus compatriotas. La realidad que narra es tan dura como movilizante: familias castigadas por su falta de lealtad, exilios de la ciudad al campo para trabajos forzados, hambrunas, censura de prensa y abuso de poder son algunos de los temas que trata esta recopilación de historias de vida cotidiana en Corea del Norte.

 «Quién soy yo, sino un animal enjaulado para quien la menor distancia bien podrían ser miles de li. ¡Sí, soy un animal domesticado!”

La forma en la que llegan estos manuscritos a nuestras manos tiene una historia muy peculiar pero incomprobable. Al parecer Bandi, quien continuaría viviendo en Corea del Norte, le pide a un amigo que lleve sus manuscritos a Corea del Sur en su escape pero éste lo considera muy riesgoso en caso de ser atrapado. Su fuga es exitosa y aún así no olvida la promesa a Bandi de poder publicar su obra por lo que envía a una persona con permiso legal para viajar en busca de ellos. Esta persona saca los manuscritos del país escondidos dentro de un libro sobre la vida de Kim Il-sung a fin de no levantar sospechas. Los relatos se publicaron en Corea del Sur y luego fueron traducidos a varios idiomas.

Nuestro segundo viaje literario es aún más difícil de procesar y narra un escape de Corea del Norte de la mano del japonés Masaji Ishikawa en su obra titulada “Un río en la oscuridad”. Este relato es la forma que tiene el autor de contar su vida desde su nacimiento en el país del sol naciente hasta su regreso al mismo tras más de 30 años en Corea del Norte.

 «Uno no elige nacer. Simplemente pasa. Hay quien dice que tu cuna marca tu destino. Yo digo que una mierda, y un poco del tema sí que sé.»

Ishikawa vivía con su familia en Mizonokuchi, Japón. Hijo de madre japonesa y padre coreano, sufría de la discriminación xenófoba por parte del pueblo japonés al pueblo coreano. Su infancia fue muy dura, dado que el contexto social en el que vivían de marginalidad volvía a su padre una persona violenta y frustrada.

Con la falsa promesa de educación gratuita y trabajo para todos sus padres se embarcan en un viaje sin retorno a Corea del Norte, país que estaba surgiendo luego de la Guerra de Corea. Necesitaban desesperadamente mano de obra y ciudadanos para imponer la ideología Juche.

 “Pronto aprendí que pensar no era gratis en Corea del Norte. Un pensamiento libre podía matarte si se filtraba al exterior.»

Rechazados en Japón y con la ilusión de obtener un sentido de pertenencia, Ishikawa se muda a Corea del Norte a la edad de 13 años. Desde ese momento su vida atraviesa durezas tan grandes que nos son imposibles de comprender.

Hambrunas, discriminación por ser japoneses, trabajo forzado, desesperanza, miseria humana, entre otros temas de esta índole. El libro no produce sensaciones agradables en quien lo lee, sin embargo se constituye como un relato necesario para no mirar al costado cuando este tipo de realidades ocurren y no queremos que sigan ocurriendo.

Misteriosa, incomunicada, inaccesible, distante y distinta. Corea del Norte presenta un gran enigma, a la vez que la hiperconectividad y globalización poco a poco van mostrando pequeños retazos de una realidad difícil de comprender. Hay lecturas placenteras y otras incómodas. Es en éstas últimas, definitivamente, donde ubicamos las obras de Bandi e Ishikawa.

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