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Una vida de novela

 Breve reseña de una novela sobre la vida militante de María Victoria Walsh. Por Sebastián Giménez

 

Transmitir es hablar con los muertos, planteó en el libro homónimo Regis Debray. Si la comunicación muchas veces se queda en la coyuntura perpetua del último momento en los canales de noticias, la transmisión implica un puente entre generaciones.

Luego de que María Victoria Walsh muriera en la masacre de la calle Corro junto a otros compañeros del Secretariado político de Montoneros, Rodolfo Walsh escribe dos cartas en donde transmite sus sensaciones y su aspiración a que las generaciones tanto de su tiempo como los venideros sepan por qué, cómo vivió y murió su querida hija. 

Transmitir entonces es recuperar lo que hablaron, lo que pensaron las generaciones anteriores, los jóvenes que quisieron y tomaron de a ratos en un torbellino el cielo por asalto en aquéllos años 60 y 70 en la Argentina. No fueron sueños diáfanos y desarraigados de la realidad. La Revolución Cubana, el Mayo Francés, el Cordobazo. Vicki Walsh fue parte de esa multitud, de esa generación. No existen hechos sino interpretaciones, dice la máxima nietscheana. En este libro que escribí, se intenta recuperar de forma ficcional la trayectoria vital de la protagonista en paralelo con lo que sucede en su época. Individuo, familia y sobre todo la sociedad de muchos que militaron para cambiar el mundo y hacerlo socialista. Se describen de forma novelada, entre otras cosas, la infancia en La Plata, escenas escolares, su trabajo en el periodismo, su acción como delegada sindical en la Opinión y la militancia en la Tendencia Revolucionaria del peronismo donde conoce a su compañero Emiliano Costa. Lo que pasa en la vida individual y el marco de los hechos colectivos que protagonizó junto a su generación. Momentos de triunfo electoral, la opción por la lucha armada, la clandestinidad y la resistencia final en la masacre de la calle Corro junto a los compañeros, en pie de dignidad.

El pasado aparece a veces inerte y en otras se recupera como sustancia viva. En la actual crisis económica, los llamados libertarios reclaman un Rodrigazo como el del 75 para acomodar las variables macroeconómicas sin importar lo que ocasionaría semejante ajuste en los más débiles. Otras cosas mucho más dignas de recordar pueden recuperarse de ese pasado vivo y es la lucha de una mujer junto a sus compañeros para lograr una Argentina más justa. En un contexto diametralmente distinto, se hace presente el desafío de construir nuevos sueños que no mueran  en la calculadora de los fríos especialistas y las tablitas Excel donde no entra ningún ser humano.

El relato de este libro es vívido, ficcional, describe la pasión de una militante en cuerpo entero. Esperando, desde un modesto lugar, haber cumplido o aportado algo a lo que pidió Rodolfo Walsh en la Carta a sus amigos, luego de decir que su hija había vivido para otros, y esos otros son millones: “ Esto es lo que quería decirle a mis amigos y lo que desearían que ellos transmitieran a otros por los medios que su bondad les dicte”.

Ojalá este libro sea un pequeño aporte para transmitir de la mejor forma posible algo de lo que Vicki fue y por lo que vivió.