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¿Conversamos con Niñas, Niños y Adolescentes (NNA)?

9 abril, 2022

 

Las autoras nos comparten sus reflexiones sobre las dificultades que encierra un mundo de adultos intentando responder desde sus parámetros a los derechos de lxs niñxs y la problemática de la comunicación que se encuentra en esta distancia. Aprovechan para esto, tanto su experiencia profesional, como la técnica del clown que ellas practican.

 

I.- El nombrado Derecho a ser oído

Existe un derecho indiscutidamente nombrado por nosotros y de raigambre convencional, el cual establece que la consideración de las personas menores de edad como sujetos de derecho, implica que éstas deben ser oídas y que sus opiniones deben ser tenidas primordialmente en cuenta en la decisión que se adopte respecto de ellas [1]Art. 12 de la CDN. Observación General N° 12, “El derecho del niño a ser escuchado”, Comité CDN, 20 de julio de 2009, normativa que interrelaciona en forma conglobante con el resto del ordenamiento jurídico (Art. 1 y 2 del CCCN), especialmente valorado e interpretado a la luz de las normas que de manera particular regulan los derechos de NNA.

Como adultas y desde nuestra labor como payasas, educadora y abogada, fueron numerosas las instancias formativas en las que hemos visto escrito este derecho, y mayores aun las que intentamos que fueran eco de nuestras prácticas e intervenciones.

Desde ese lugar, con una mirada interdisciplinaria, abordaremos el tópico, conforme el hilo común que lo atraviesa, y que nos invita a preguntarnos y repreguntarnos, generando de ese modo más inquietudes, que respuestas.

     

“¿Cómo escuchar lo que dicen, si solo habilitamos la palabra? ¿Qué valor le damos al juego como derecho humano esencial de las niñeces y modo de expresión genuino? Si es cierto -como afirma cualquier psicología de la niñez- que su pensamiento posee geografías diferentes a las del adulto, y que no piensa con palabras e ideas más que con el cuerpo ¿Cómo conversar de igual a igual, como lo demanda una auténtica conversación, y conjurar esa distancia de los pensares?”

II.- Conversaciones con NNA y espacios conversacionales

La casa, con nuestros hijos/as, sobrinos/as, vecino/as, en la sala, el estudio, la plaza, escuela, tribunales, escenario, barrio, por zoom, meet, cumpleaños, etc. Son algunos de los tantos espacios en los que nos encontramos con niñeces, convocades a estar, escuchar, atender, acompañar, jugar.

Sin embargo, hay momentos en que la sala es reflejo de un conflicto, de un interés que necesita ser escuchado y atendido, y no siempre se verbaliza.

Por su parte el NNA llega de la mano adulta, para ser escuchado por la abogada de NNA, y automáticamente, la persona mayor le señala, que como paso siguiente de ese encuentro deberá contar, decir, hablar, como si desde su llegada no lo estuviese haciendo.

Ni hablar de cuando son acompañados a instituciones tales como la dirección del colegio, o el despacho de jueces, donde básicamente se les pide que expresen hablando, pues ese es el medio que como adultos/as más reconocemos o utilizamos.

Se ha dicho al respecto: “El niño tiene derecho en primer lugar a formarse un juicio propio, en segundo lugar, a expresar su opinión y en tercer lugar a ser escuchado. Nunca habían sido reconocidos de modo así de explícitos, la autonomía y subjetividad del niño y el peso que su opinión puede y debe tener entre los adultos” [2]Cfr. BARATTA, Alessandro, “Derecho a tener derecho. Infancia, derecho y políticas sociales en América Latina” Infancia y democracia, UNICEF, Montevideo, 1999, tomo 4, pp. 207-236..

Y es justamente desde esa premisa que nos preguntamos ¿Son entonces les NNA, sujetos plenos de la conversación? ¿Cómo escuchar lo que dicen, si solo habilitamos la palabra? ¿Qué valor le damos al juego como derecho humano esencial de las niñeces y modo de expresión genuino? Si es cierto -como afirma cualquier psicología de la niñez- que su pensamiento posee geografías diferentes a las del adulto, y que no piensa con palabras e ideas más que con el cuerpo ¿Cómo conversar de igual a igual, como lo demanda una auténtica conversación, y conjurar esa distancia de los pensares?

En las conversaciones entre adultos/as, las diferencias refieren a puntos de vista, de opinión, de saber, y no suponen una distancia que obstruya la posibilidad de conversar, pues entre adulto/as las conversaciones se toman “en serio”.

Pero ¿tomamos en serio lo que dicen NNA? ¿Escuchamos, de verdad? ¿Qué posiciones se abren para la escucha y la voz del abogado/a frente a la voz infantil? ¿Cómo escucharlos/as sin recluirlos en el casillero de “las cosas tiernas y divertidas que dicen”? ¿Cómo conversar con ellos/as sin manipularlos, sin engañarlos, y sin dar tampoco a lo que dicen una entidad muy diferente de la que tiene? ¿Cuáles deberían ser los puntos de partida, los puntos de apoyo, de una conversación en esos encuentros con un NNA en conflicto o situación de vulnerabilidad? ¿Contamos con la formación y las herramientas necesarias para “conversar con ellos/as”? ¿Estamos permeables a formarnos en estratos interdisciplinarios y a dar a dichas voces la autoridad que envisten? ¿Están preparados nuestros espacios para recibirlos? ¿Contamos con las herramientas necesarias para que desplieguen otros modos de expresión, además de la palabra? ¿Consideraríamos conversación un intercambio en el cual queremos imponer una idea a alguien, independientemente de la edad que tenga? ¿O un diálogo en el cual trato de persuadir a alguien para que haga lo que yo quiero? haber leído y escrito más palabras, ¿Nos hace mejores conversadores?

Ambas en nuestros espacios de encuentros con las niñeces hemos tenido la dicha de mantener, conversaciones diplomáticas, que buscan negociar acuerdos. Conversaciones cotidianas, donde la vida compartida se pone en palabras. Conversaciones existenciales, donde nos abrimos en conjunto a la maravilla. Conversaciones, poéticas, literarias, donde nos volvemos relatos. Conversaciones lúdicas y fantásticas, donde inventamos mundos nuevos. Y observándonos nos preguntamos: ¿Qué extraña predisposición infantil hacia el mundo hace que podamos sostener con ellos/as toda esta variedad de conversaciones?

El compartir un ser y hacer clown común (que implica claramente una formación permanente), es una herramienta que indiscutiblemente nos acerca a la maravilla de abrazar nuestra propia vulnerabilidad y conectar con la de otros/as, a través del juego y las miradas. Al decir de Wendy Ramos: “el payaso cuenta al público constantemente que siente…y eso es bien raro porque no lo hacemos, pues eso significa que tienes que saber que sientes. Otro tema es la mirada, toda la información que necesitas, está ahí, frente tuyo, en el otro, y eso hay que ejercitarlo, implica mucho ejercicio de mirada…y no es tan fácil como suena…implica trabajar con la vulnerabilidad, que es uno de los principales obstáculos para llegar al clown porque no nos gusta estar en estado vulnerable. …Y entonces estoy todo el tiempo usando todo lo que me dio el payaso, de conocerme a mí y no tener miedo a lo que tengo adentro, para ayudar a otros a que hagan eso también…” [3]Wendy Ramos, “El poder transformador de un clown. Wendy Ramos, actriz y clown”. Aprendemos Juntos. Video. https://youtu.be/Bl3-ich68ss.

Esta herramienta de vida nos ha resultado esencial en el ejercicio de nuestras labores tanto educativa y jurídica, para interactuar con NNA.

III.- Escuchar con todo el ser

Creemos, que no se trata sólo de pedir a NNA que nos presenten su mundo, sino de comenzar a construirlo conjuntamente con ellos. Para ello resulta muy importante animarnos a escuchar de modos muy diferentes a lo que estamos habituados a hacerlo, asumiendo el desafío enorme de desarmar oídos, prácticas, discursos, en definitiva, nuestro ser y hacer, y entonces volvemos a preguntarnos: ¿Qué tipo de poder presentamos y ejercemos si las infancias no pueden desafiar aquello que estamos siendo, aquello que decimos saber? ¿Qué forma de relacionarse con lo que sabemos le estamos proponiendo, si lo usamos para instalarnos en el lugar del poder?

Estas preguntas, que nos interpelan en nuestras prácticas cotidianas, hacen presente una idea que en este tiempo venimos sosteniendo cada vez con mayor firmeza, y es que, si pensamos la niñez no en términos de una etapa cronológica sino como una predisposición hacia el mundo, conversar implica un cierto “devenir-niño/a” de quienes conversan, tengan la edad que tengan. Devenir-niño/a para poder conversar, incluso como modo de afectividad que invita, inclina, incita, a la conversación. Apertura a la multiplicidad de temas y situaciones, atención al mundo, a su novedad, a sus detalles, disposición lúdica, búsqueda no clausurante de sentidos, seriedad, desapego, asombro, dispersión, levedad, implicancia corporal, movimiento.

 Y entonces como dijimos al principio y en el conocimiento de que esta no es una práctica que realicemos siempre aun sabiéndola, o de la que se hagan eco instituciones llamadas a dar voz a las niñeces, volvemos a dar lugar a la pregunta: ¿Con qué obstáculos (personales, institucionales, sistémicos, curriculares) nos encontraremos en el intento?

  

IV.- A modo de conclusión

Sin arribar a respuestas absolutas, sentimos desde nuestro quehacer que más que estar preparado, hay que estar disponibles a encarar el gran desafío de buscar nuevas respuestas a preguntas, a seguir preguntándonos y repreguntándonos, para acercarnos a NNA, para poder escuchar, y conversar con ellos/as, conversar desde el amor, desde el respeto, conversar ….sin imponernos.

 

 

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