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Del síntoma disidente en la diversidad sexual y el arte como resistencia.

Por Marian Taroni

6 agosto, 2023

 

Lx autorx realiza un análisis desde el psicoanálisis de las discidencias sexuales y el arte, tomando como caso la obra de IOSHUA.

INTRODUCCIÓN:
En el siguiente trabajo intentaremos articular, de entre las tantas funciones del síntoma, al síntoma como objetor. Síntoma disidente de un discurso amo, heteronormativo, que desde un agenciamiento histerizado encarnado en el artista Ioshua, produce una voz/cuerpo que interpela, cuestiona, denuncia y evidencia el síntoma social de una época que aun hoy excluye, segrega y discrimina diversidades sexuales y de clase. Será entonces nuestro objetivo dar cuenta del síntoma en su alcance político y de resistencia ante el discurso amo hegemónico que impone, regula, controla, vigila y castiga los cuerpos y sus modalidades de goce.

DESARROLLO:
En el Malestar en la Cultura Freud (1930), da cuenta de cómo la civilización, la cultura, a través del lenguaje y del discurso, busca normativizar (Yesuron y Rostagnotto, 2011). Regula las satisfacciones pulsionales, las modalidades de goce, alienando al sujeto al discurso establecido, dividiendo las aguas entre lo adaptado y lo desadaptado, entre lo aceptable y lo repudiable, entre lo normal y lo patológico. No sin que el sujeto deba reprimir dichas pulsiones, y uno de los destinos para liberarlas, es la sublimación.
Podemos permitirnos pensar que lo social, la cultura, el discurso amo, al regir las normas y establecer las prohibiciones instituye lo esperable, lo deseable dejando como resto aquellos cuerpos abyectos, excluidos, que cual síntoma de la sociedad habitan los márgenes, los bordes, los afueras de un sistema que necesita crearlos y rechazarlos para así, reafirmar su autoridad. Entre esos cuerpos abyectos, hay algunos que hacen de ese malestar poesía, relato, grito, voz, y así ocupan políticamente un lugar que los aloja, es el lugar de los excluidos, es el lugar de la denuncia, es el lugar del reclamo a ser respetados, es el lugar que visibiliza, es el lugar que encuentran los abyectos para ser alguien en un sistema que los anula. Entre estos cuerpos, se encuentra la voz de IOSHUA, poeta, d.j., performer, músico, artista que sabe de las exclusiones y de las emancipaciones posibles, ya que los márgenes hicieron de su cuerpo su arma de batalla. Excluido, rechazado por dos semblantes, su identidad sexual y su condición de clase. Homosexual y villero. Haciendo de estos dos estigmas, su identidad, lo que Butler llamo “inversión performativa” (Yesuron y Rostagnotto, 2019). Y con esta apropiación y resignificación asume una identidad que le viene del Otro, logrando ser la voz de los tantos otros silenciados.

““La anatomía es el destino”, decía Freud, y cabe preguntarnos, si acaso, aun hoy, donde la diferencia entre sexo y género está clara y ya no entra en debate en este trabajo, aun cabe preguntarnos si no tenía razón, porque la anatomía es un cuerpo en el que su destino dependerá del contexto y de la época.

Dice Soler que “no hay civilización o discurso sin policía” [1]Soler, 2007, p.208, y Ioshua denuncia:

“…Hoy la policía mató a un pibe lindo que
me abrazaba y me hacía sentir seguro y
firme sobre este infierno que se
derrumba…” [2]Ioshua, 2010

Ioshua nace en 1977, en la villa, en los bordes de la capital porteña de la ciudad de Buenos Aires, su obra es publicada, auto gestionada y alternativamente difundida, desde 2009 a 2013, muere en 2015. Entendemos que su obra/cuerpo/voz fue una más de las tantas necesarias en el logro alcanzado por la Ley de Identidad de Género en 2012. Una ley que garantiza ciertos derechos, hasta entonces negados. Sin embargo, mas allá de la ley, el discurso de la época, sigue hostigando y excluyendo “el disorder” del orden impuesto hegemónicamente a través del discurso heteronormativo patriarcal arraigado a la civilización que habitaba Ioshua y otros tantos abyectos de esta época, revelando a la vez, “la disidencia del síntoma” que señala su alcance político [3]Soler, 2013, p.212.
Lacan dice, en su clase del `74 que “el ser sexuado no se autoriza sino por sí mismo”, da cuenta del factor electivo que implica en el sujeto su sexuacion [4]Rostagnotto, 2019. Recordemos entonces la afirmación Beauvoireana “mujer no se nace, mujer se hace”, y ante esto, Ioshua escribe en un poema, con su estética lunfarda, semiótica villera e irreverencia abyecta:

“en este cuerpo nací varón
pero chupándote la pija
yo me hice hombre.” [5]Ioshua, 2011

Cuestionando la norma establecida, y diferenciando una vez más, el sexo del género. A la vez que interpela el discurso amo hegemónico, en donde “chupar pija es cosa de putos”, da cuenta de que también, es cosa de hombres, y que no tiene que anularse uno por otro, sino que reconoce que el ser hombre tiene que ver con el deseo y su satisfacción hallada en otro cuerpo.

 

Vemos que “el síntoma se singulariza por su no inscripción en el Otro” [6]Lombardi, 2009, p.22. Y también, siguiendo al autor vemos que desde una histerizacion del discurso, Ioshua logra dirigir su demanda al Otro, que “le pide, le suplica, le exige, le reprocha. Ya que en el hecho mismo de pedir, de protestar, de regañar, de reivindicar, de reprochar, de intrigar, adquiere un valor erótico que al mismo tiempo aleja los cuerpos”. Inferimos, junto a Lombardi, que entre los usos del síntoma, es el síntoma como posición del ser al que se lo puede emplear para “llamar la atención”, es decir, para “hacerse escuchar” [7]Lombardi, 2014, p.99. Ioshua se hace escuchar desde su propia vivencia y su experimentar el rechazo del mundo en su cuerpo, ¿ante quienes? Ante esos otros cuerpos abyectos que serán quienes alojen sus palabras/voz.
Desde ahí, tomamos la cita de Freud de Tótem y Tabú (1913), “Si los actos psíquicos de una generación no se transmitieran a otra, cada uno estaría obligado a recomenzar toda su posición en la vida, lo que excluiría todo progreso y todo desarrollo” [8]Lombardi, 2015, p.193. De ahí, que la obra de Ioshua tendrá sus herederos, otras voces que irán reivindicando la cultura de CUMBIAGEI, esa literatura homoerotica con lunfardo de barrios marginales, de cuerpos abyectos, encontrándose en esas “segregaciones inspiradas por afinidades, que uno elige espontáneamente para reconocerse entre quienes se le parecen, sobre todo sus hermanos y hermanas en síntoma” [9]Soler, 2013, p.227.
Soler nos recuerda una tesis de Lacan sobre la poesía en la que sitúa al poeta junto al profeta, porque “solo la poesía (o la profecía) logra decir algo nuevo, e incluso algo único a partir de viejos significantes, usados en su valor común. La poesía produce sentido nuevo y con él produce nuevas perspectivas de la realidad” [10]Soler, 2011, p.348
Es así que la poesía de Ioshua, subvierte el sentido de ciertas palabras que siendo estigmas que vienen hacia él como dagas, las devuelve resignificadas, embellecidas, apropiadas, haciendo hermoso lo horrible, mirando su mundo con mirada erótica, redefiniendo su realidad y su ser, empoderándose al nombrarse y nombrar los personajes que habitan sus fantasías homoeroticas de márgenes y exclusiones cotidianas:

“Los pibe de mi barrio andan de gira todo el día. Tomando cerveza, fumando porro, junando la esquina y hablando giladas. Los pibe de mi barrio son hermosos. Machitos, reos, negros cabeza, guachines con el corazón que les patea a lo bruto y a lo feroz.” [11]Ioshua, 2010

 

CONCLUCIÓN:
No se interpela al amo sin cargar en el cuerpo con heridas y marcas del poder, la batalla tiene un costo, y Ioshua supo “pagar con su juicio íntimo”.
¿Será que ese juicio, lo llevó a cargar en su sangre, la enfermedad que lo llevaría a su muerte? ¿Será que en lo íntimo, esa fortaleza que se hizo voz/poesía, dejó un resto que le implicó en su cuerpo la marca de poder encarnada en el SIDA? Que no es casualidad, que sea una enfermedad de transmisión sexual, que no es casualidad que para salir del conurbano y vivir en la ciudad, haya tenido que recurrir a su cuerpo como objeto de trabajo, “en este cuerpo negocie mi hambre” y en las calles el sexo fue su alimento, “en la calle me puse precio” [12]Ioshua, 2011.
Una enfermedad que transita por la sangre, diciendo Ioshua en una entrevista: «aún tenemos sangre, y ahí hay poesía» [13]Ioshua, documental. En sus lecturas, en su último tiempo de vida, Ioshua se cortaba la piel en público, leía sus poesías desangrándose, haciendo de su intimidad la exposición más grande, mostrando las marcas que su cuerpo cargaba. Dejando ver su sangre, cual si fuera ella su alma, derramándose en poesía.
No, interpelar al amo no es gratuito. Ioshua, como tantos excluidos, como tantos diversos, como tantos desordenados, fuera de orden, fuera de norma, anormales, lo testimonia ya no con sus palabras, sino con su cadáver.
Dicen los vecinos, que el día de su muerte, escucharon gritos desde su casa, gritos de dolor, gritos de llamado, gritos desesperados, quizás el mismo grito de Ioshua niño, ante esa realidad violenta, en ese dolor de golpes, de abusos, de carencias, se repite al final de su vida, como lo ominoso que vuelve y vuelve una y otra vez, pero ya sin sublimación posible (porque hasta la sublimación es parcialidad y siempre queda un resto).
“La anatomía es el destino”, decía Freud, y cabe preguntarnos, si acaso, aun hoy, donde la diferencia entre sexo y género está clara y ya no entra en debate en este trabajo, aun cabe preguntarnos si no tenía razón, porque la anatomía es un cuerpo en el que su destino dependerá del contexto y de la época. Aun así, su voz y su poesía seguirán interpelando y nos ha dejado su herencia: «creo que la poesía es el mejor de todos los males de este mundo» [14]Ioshua, documental REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS Rostagnotto, A. Yesuron, M. (2011). “Época y Síntoma”. En Gómez, M., (Comp.) El Campo Psicoanalítico. Pp. 185-192. Córdoba: Editorial … Continue reading.

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