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Marketing Político en el Antiguo Egipto

Por Julián Cao

19 noviembre, 2022

La civilización del Antiguo Egipto se desarrolló durante más de 3000 años, hasta que fue conquistada por el Imperio Romano. Les ofrecemos en esta ocasión un análisis de la estrecha relación que existía entre su arte y su política.

 

El Marketing es una disciplina consagrada al análisis del comportamiento de los mercados y de las pautas de consumo. Se cree que nace junto con el capitalismo tardío, profesionalizándose recién en la década de 1970. Previo a esta época, las empresas industriales estaban dedicadas exclusivamente a fabricar. Luego, con el nacimiento de esta nueva vedette de las ventas, se abocaron además a ofrecer lo que se producía. Junto con el marketing comercial, nace el marketing político, y con él, los pegadizos eslóganes, los discursos grandilocuentes, los masivos actos de campaña, los besos tiernos a bebes en los mítines.

Pero la relación entre el poder político y la manipulación de la imagen es estrecha desde los albores de las sociedades históricas y la estratificación en clases sociales[1]Poco podemos saber sobre la naturaleza del poder en sociedades prehistóricas, nómades, sin producción de excedentes, ni registros escritos sobre sus creencias.. En este caso nos concentraremos en el Antiguo Egipto [2] BIBLIOGRAFÍA PRINCIPAL:

Historia del antiguo Egipto, Martin Walker, Edicion EDIMAT.

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Se puede decir que el centro de la vida del egipcio en aquel tiempo, era la muerte. Fue uno de los primeros pueblos en plantear una vida eterna accesible mediante un juicio de índole moral, así como la resurrección de los muertos. Se supone que nuestro concepto de alma proviene de los griegos, que a su vez lo sacaron de la religión egipcia.

El arte pictórico que se encontró en las antiguas edificaciones del Imperio egipcio es por todos conocido y podríamos calificarlo de poco realista y rudimentario; lo importante es entender el motivo de estas limitaciones. Todo aspecto de la vida egipcia se encontraba regulado por la religión. Nuestro actual concepto de artista entregado a la libre creación, es muy reciente; el pintor egipcio debía sujetarse a varios convencionalismos: toda figura erecta debía contar con un pie izquierdo adelantado, manos pegadas a los costados o estar sosteniendo bastones o cetros; las proporciones estaban también regladas, existían cuadrículas estrictas que determinaban cuantas medidas correspondían a cada parte del cuerpo y esto hacía imposible todo tipo de perspectiva. Se supone que utilizaban las sombras proyectadas contra la pared como modelos. 

“En las pinturas egipcias los señores eran representados varias veces más grandes que los esclavos. Los maridos siempre eran más grandes que las esposas. Los colores utilizados son planos, sin sombras, y también implicaban distinciones sociales…”

Uno de los pocos dibujos que rompen la norma, es la representación de las bailarinas y tañedoras de instrumentos musicales en la tumba de Nebamón, en la época del faraón Amenofis IV (siglo XIV a C). Es una representación que hace caso omiso de todas las reglas pictóricas tradicionales. En la belleza de esta escena se nota claramente todo el mal que los convencionalismos y reglamentos causaron al verdadero potencial del arte egipcio.

El faraón Amenofis IV, se nombró a si mismo Akenaton (el que es agradable a Atón) y pretendió fundar una nueva religión, por tanto una nueva cultura, inventando de paso, el monoteísmo…el cual el judaísmo hará popular mucho después. Se casó con la famosa Nefertiti y fue reemplazado por el también famoso Tutankamón, uno de sus hijos. El nuevo culto al dios Atón colocaba en el centro a una deidad abstracta, única, simbolizada por el disco solar; por tanto ya no podía ser representada mediante un motivo antropomórfico en la pintura. El arte se concentró entonces en escenas íntimas o cotidianas de personajes destacados. Las representaciones de las gestas guerreras del Faraón, fueron reemplazadas por imágenes donde se lo muestra venerando a su dios como su único representante en la tierra.

Este cambio radical en la pintura no en vano corresponde a una época de revolución política y religiosa, donde el poder de los sacerdotes se veía amenazado. Pero la amenaza duró poco, con el ascenso de su sucesor, la casta sacerdotal volvió al poder e intento borrar todo rastro del nuevo culto. Y casi lo logra…

 

Pero lo que más nos interesa remarcar en este caso, es una práctica que no pertenece solo a los egipcios, sino que encontramos además en los sumerios y también en varios otros pueblos antiguos. Se trata de la costumbre de utilizar el tamaño de las figuras como medio de trasmitir la distinción social y el poder. En las pinturas egipcias los señores eran representados varias veces más grandes que los esclavos. Los maridos siempre eran más grandes que las esposas. Los colores utilizados son planos, sin sombras, y también implicaban distinciones sociales; los hombres eran siempre rojos y las mujeres se movían dentro de la gama de los colores ocres. La esposa del soberano se representaba muchas veces entre sus piernas, manifestando su sometimiento. Existe la teoría de que religión es solo una representación simbólica del poder social; en las pinturas, los faraones llegaban a tener la misma altura que las divinidades; en el culto antiguo se identificaban con el dios Horus, también eran hijos de Ra, y luego de morir, personificaciones de Osiris. 

En el antiguo Egipto y en la actualidad, la imagen de los dirigentes es utilizada para el control social. Los asesores políticos de hoy, planifican cada paso de sus candidatos, hacen focus groups y controlan rigurosamente cada foto y cada palabra de un discurso; tal como los sacerdotes controlaban cada imagen tallada en la piedra. Pero existe una diferencia importante, en la antigüedad los gobernantes debían ser dioses, porque era de la divinidad de dónde provenía su poder. Por este motivo cuanto más distancia con el común de la gente, mejor. Actualmente el poder tiene como origen el pueblo, al menos simbólicamente. Por eso conviene que los políticos millonarios no aparenten serlo, disfrazándose de hombres comunes.

 

 

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